Perú el país de los mil paisajes
Perú el país de los mil paisajes
El antiguo hogar de los Incas esconde en su interior paisajes impactantes de lo más diversos. Sin salir del país se puede explorar la selva amazónica, hacer senderismo por el bosque, visitar el famoso Machu Picchu o deslizarse por las dunas del desierto. Pero en Perú no solo me enamoré de sus paisajes y su deliciosa gastronomía, también de las personas. En cualquier rincón del país los habitantes locales acogen a los turistas como uno más de la familia. En esta ocasión decidí realizar un viaje apoyando el turismo sostenible, la mejor opción para tener una experiencia auténtica, colaborando con la gente local y descubriendo sus costumbres.
Los bosques de Perú
Al norte del país se encuentran los bosques de Lambayeque una zona desconocida por la mayoría de turistas. Me dirigí a este lugar para visitar la Reserva Ecológica de Chaparrí, la primera Área de Conservación Privada de Perú, dónde se desarrolla un proyecto para proteger su entorno repleto de criaturas únicas como el oso de anteojos, que está en peligro de extinción y se encuentra en muy pocos lugares del mundo. Para colaborar con el proyecto basta con visitar la región.
Decidí alojarme en su lodge, aunque también existe la opción de acampar en medio de la reserva. El lugar ofrece infinitos caminos para pasear y cascadas donde darse un baño refrescante. Su lejanía de la civilización convierte la localización en el mejor lugar para desconectar. Además, es un sitio ideal donde admirar la Vía Láctea en una noche despejada.
La selva amazónica
Desde Iquitos, la ciudad amazónica más grande de Perú, se puede acceder a aldeas en medio del Amazonas con infinitas opciones de alojamiento que permiten vivir una experiencia única en la selva. En esta zona aún habitan aproximadamente cincuenta pueblos aborígenes con múltiples lenguas, costumbres y tradiciones ancestrales. Consideradas las guardianas de la selva, estas comunidades acogen a turistas para transmitir su cultura e historia.
Durante mi estancia, tuve la oportunidad de conversar con ellos, descubrir sus costumbres y explorar las curiosidades del entorno. El lugar tiene una gran variedad de actividades para los más valientes. Se puede pescar y cenar pirañas, bañarse con delfines rosas, buscar cocodrilos o realizar una expedición nocturna por la selva entre serpientes y tarántulas. Además, en las zonas comunes de mi alojamiento, sin apenas wifi o cobertura, pude aprovechar para conocer otros aventureros que provenían de todas partes del mundo y cargaban en sus mochilas anécdotas y consejos muy útiles que puede aplicar el resto del viaje.
Los Andes peruanos, el hogar de los incas
La cordillera de los Andes atraviesa Perú de norte a sur, sus características y paisajes varían según la zona. El extenso conjunto montañoso se divide en Sierra Norte, Sierra Central, Sierra Sur y la Región del Altiplano. Entre las montañas, se encuentra la capital del Imperio Inca, Cuzco con una arquitectura tradicional con influencia española. Cerca está el pueblo de Ollantaytambo, una antigua fortaleza inca que conserva infinitas reliquias arqueológicas. La localidad se ubica dentro del Valle Sagrado.
La escalada por la vía ferrata, no puede faltar en el itinerario de cualquier viajero que quiera experimentar una aventura a 300 metros de altura. El recorrido ofrece una panorámica sorprendente del valle. Tras un duro esfuerzo llega el gran premio, la bajada en tirolina. Si con el circuito no fue suficiente se puede reservar una noche en una cápsulas de cristal en lo alto de la montaña para seguir disfrutando de las vistas. Tras una gran caminata, a través de la montaña por un camino inca, llegué a la granja de Alejandro y su familia, quienes me acogieron con los brazos abiertos y me mostraron su hogar y trabajo. La familia se especializa en el cultivo de café, el cual produce y vende de manera ecológica y sostenible. Durante mi estancia tuve la suerte de conocer todo el proceso y catar su delicioso producto.
Al día siguiente, me dirigí hacia Aguas Calientes donde me esperaban 10 km hasta la ciudad más cercana al Machu Picchu. Aunque el camino se puede realizar en tren, personalmente recomiendo hacerlo a pie, la ruta es sencilla y llana. Este camino sigue las antiguas vías del tren en un entorno montañoso, y permite acompañar a otros aventureros que no dudan en entablar conversión con los demás senderistas. Tras una noche de descanso en el destino, tocó madrugar para poder coger uno de los autobuses que llevan hasta el Machu Picchu, pero siempre queda la alternativa de llegar caminando. El Machu Picchu es, sin duda, tan espectacular como lo cuentan, se encuentra en un lugar privilegiado, entre las montañas de los Andes, y alberga la historia de una civilización ancestral que esconde secretos asombrosos. Merece mucho la pena ir con guía para aprovechar la experiencia al máximo.
El Lago Titicaca
Entre la frontera de Bolivia y Perú, en el Altiplano de Los Andes, se puede visitar el lago Titicaca, el cuerpo de agua navegable más alto del mundo, a 3821 metros sobre el nivel del mar, que abarca alrededor de 8300 kilómetros. La parte peruana pertenece a la ciudad de Puno y la boliviana a su capital, La Paz. La tierra que fue hogar de numerosas culturas ancestrales aún es hogar de grupos étnicos que conservan tradiciones muy especiales. Lo más curioso del destino son las Islas de los Uros, aldeas artificiales que flotan en el lago y mantienen el mismo estilo de vida que sus antepasados. Las islas se van desplazando según mejor convenga, en busca de una óptima localización para la pesca.
Aproveché para alojarme en la ciudad de Puno y realizar una excursión a las islas, seguida de un almuerzo en una casa local en la costa. Ahí degusté la gastronomía típica de la región, me probé su vestimenta tradicional y aprendí sobre el arte de tejer y hacer pulseras.
Desierto Costero del Perú
La última parada de mi viaje fue la Reserva de Paracas, uno de los desiertos costeros más representativos del mundo con una extensión de 335,000 hectáreas. El lugar me dejó asombrada, su mezcla de ecosistemas resulta en un sorprendente paisaje de tonos celestes y fríos, combinados con una gama de colores cálidos y terrosos.
Aquí, habitan aves costeras como pingüinos o el potoyunco peruano, que conviven con otras especies marinas como ballenas, nutrias, delfines entre otros. Después de un tour en barco para conocer la fauna autóctona, recomiendo buscar un buen lugar donde disfrutar del atardecer acompañado de flamencos.
En el desierto pude deslizarme por las dunas en sandboard e ir a toda velocidad en buggy, sin duda una de las actividades más divertidas del viaje, y un verdadero chute de adrenalina.
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