Menorca, la isla más especial del mediterráneo

Menorca, la isla más especial del mediterráneo

Cala Macarella en Menorca

Con apenas 45 km de punta a punta, Menorca no deja de sorprenderme cada vez que la visito. Y es que esta isla Reserva de la Biosfera desde 1993 es especial… Y no es que en España nos falten islas espectaculares para hacerle competencia, pero es que Menorca es diferente. A parte de daros consejos para disfrutar al máximo vuestro viaje a Menorca, vengo a convenceros de por qué esta antigua colonia inglesa merece por lo menos una visita. ¡Veremos a ver si lo consigo!

Para empezar os voy a hablar del viento y de su importancia al visitar la isla. Y es que en Menorca existen hasta 8 tipos diferentes, siendo el más común el Tramuntana, el Ponent o el Mestral. Y es que los menorquines antes de darse los buenos días ya están hablando de qué viento tienen hoy. Esto va a ser muy importante para los que nos gusta la playa, especialmente esas playas de ensueño que parecen piscinas donde parece que los barcos están volando. Por tanto, si tenemos un viento de sur visitaremos las playas del norte, y viceversa. 

Unas de las mejores calas de la isla donde estuve son Macarella y Macarelleta, que algunos les sonarán por ser protagonistas en el famoso anuncio de Estrella Damn de 2010.

Cala Macarella Vista Aérea

Otras calas espectaculares que visité fueron Cala Galdana y Cala Pregonda, playas paradisiacas de aguas cristalinas y arena blanca donde desconectar totalmente de la rutina y conectar con la naturaleza. Aunque para los amantes de la naturaleza recomiendo sin duda la playa de Cavallería en el norte de la isla, encajada entre montañas y de unos 600 metros de longitud, la peculiaridad de esta playa es su arena de grano grueso y rojizo y su estado virgen, además de que no hay ni una sola edificación en kilómetros a la redonda y tampoco suele haber mucha gente… todo un paraíso!

Playa Caballeria

Para los foodies que estén leyendo esto, no todas las playas y calas de Menorca en las que estuve eran aisladas y sin restaurantes, de hecho tuve ocasión de visitar la Playa de Santo Tomás, cerca del municipio de Es Migjorn Gran, donde tuve la mejor experiencia gastronómica de la isla en el Chiringuito Es Brucs: gambas y mejillones de menorca, oliaigua (sopa típica menorquina con agua, aceite, tomates, pimiento verde y ajo), queso de Mahón, carquinyols con helado de ensaimada… Y todo regado con vino de Menorca de la bodega Binifadet.

Aunque no tuve ocasión de visitar Mahón y su puerto (el más grande del Mediterráneo y quinto del mundo), sí que pude visitar la segunda ciudad de Menorca, Ciudadella. Con un puerto pequeño y acogedor, Ciudadella ofrece un montón de tiendas y restaurantes con un toque chic, pausado y elegante que me enamoró. Sin embargo, mi pueblo favorito de Menorca es sin duda Binibeca Vell, un entramado de calles peatonales, casas impecablemente blancas, restaurantes por doquier y un encanto tradicional y auténtico que no se encuentra tan facilmente en las Islas Baleares, además de ofrecer una de las mejores vistas del atardecer de toda la isla.

Pueblo de Binibeca Vell

Como os comentaba al principio de mi post, Menorca ha sido fuertemente influenciada por los ingleses, como por ejemplo las numerosas palabras de origen inglés incorporadas a la lengua menorquina, los aún existentes estilos arquitectónicos como sus tipicas ventanas o boinders, las casacas rojas, platos culinarios, juegos infantiles, etc. Todo esto ha dado a la isla un toque único y muy interesante a nivel antropológico que la diferencia de sus compañeras baleares.

Casacas Rojas Menorca

Menorca te hace sentir bien, es puro y auténtico Mediterráneo, naturaleza, cultura, tradición, algo tan sencillo como ser natural y sin artificios.

Con esto cierro el relato sobre mi viaje a Menorca de este verano, ¡espero haberos convencido para visitarla!

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