Siempre nos quedará Paris

Paseo por la Torre Eiffel

Mi último viaje al extranjero antes de esta gran pandemia que nos tiene inmovilizados en casa fue París. No era mi primero, ni seguramente será el último ya que la “ciudad de la luz” está en constante renovación y te insta a volver una y otra vez.

De París me gusta todo… sus terrazas, sus parques, sus monumentos, así como sus emblemáticas y señoriales bulevares diseñados por el barón Georges-Eugène Haussmann en el siglo 19. El barón fue elegido por Napoleón III para “aérer, unifier, et embellir” (“airear, unificar y embellecer”) París, cuando todavía estaba compuesta de callejones medievales oscuros y pasajes estrechos y sinuosos. 

Caminar por París es la forma perfecta para experimentar la vida en la capital francesa. 

Uno de los barrios al que siempre le dedico una visita es el “Barrio Rojo”, donde se encuentra Pigalle y el Molino Rojo. Es un clásico que está siempre lleno de turistas (sobre todo por la noche) pero que te transporta en el tiempo hasta “La belle Epoque” cuando la zona era el lugar de ocio de toda la sociedad.

Moulin Rouge en barrio Montmartre de París

El Molino Rojo es el cabaret más importante de París y su espectáculo, que se representa cada noche es único e irrepetible (no se representa en ningún otro lugar del mundo). 

Las coreografías están perfectamente sincronizadas, en el vestuario participan grandes modistos y se puede ver a las chicas con los famosos “can can”. Si visitas la ciudad tienes motivos suficientes para comprar un par de entradas y disfrutar de una bonita velada mientras tomas una copa de champán francés.

Espectáculo en el cabaret Moulin Rouge

A un paso del barrio rojo, en lo más alto de la ciudad, se encuentra el distrito más bohemio de París: Montmartre. Se puede subir por su funicular y luego bajar por sus infinitas escalinatas disfrutando de las magníficas vistas de la ciudad por la noche.

El Funicular de Montmartre es una especie de tranvía que comunica la parte baja del barrio de Montmartre con la parte alta. Nada más bajarnos nos encontramos con la Basílica del Sagrado Corazón y un poco más adelante, con la Plaza du Tertre, la famosa plaza en la que se reúnen los pintores con sus caballetes.

El Funicular de Montmartre

En la Plaza du Tertre hay una brasserie que me gusta especialmente y que os recomiendo, “La Mere Catherine”. Es el restaurante más antiguo de la place du Tertre y está situado en un edificio que anteriormente sirvió como presbiterio de la iglesia de Saint-Pierre de Montmartre. Aquí, cada noche, un artista, al piano o al violín, ameniza las cenas al ritmo de canciones de Jaques Brel o Edtih Piaff. 

Paseo en la Plaza du Tertre

Otra parte de Montmartre que os recomiendo explorar, y que es todavía muy desconocida, es la parte donde se ubican sus viñedos. Poca gente sabe que desde la época de los romanos existen estas plantaciones en la zona y que en 1930 resurgieron de nuevo cuando un grupo habitantes de la famosa colina solicitaron a las autoridades recuperar esta actividad. Se llama viña de Montmartre, en francés Clos-Montmartre y en ella se celebra cada mes de octubre el característico “Festival de la Vendimia”. Son uno 1.500 metros cuadrados y si sois amantes del vino quizá os interese saber que de estos metros salen sobre 1500 botellas de litro y medio de las cepas Gamay y Pinot Noir.

Viña Vigne du Clos Montmartre

Como veis, París siempre nos ofrece la excusa perfecta para volver y perdernos por sus calles…

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