Uno de los libros le llamó la atención por la hermosa fotografía en blanco y negro de su portada “Henri Cartier-Bresson in India”.  

Manena, que ama con pasión el arte y la literatura, se detuvo en la portada del libro que Curro había llevado al desayuno y comentó: “No sabía que Cartier-Bresson había estado en la India y ahora descubro, con sorpresa, que fue en 1947 y que el azar le permitió retratar a Gandhi poco antes de que el padre de la nación india muriera asesinado en enero de 1948”.

Curro le dio más detalles sobre la experiencia vital de Cartier-Bresson en India y también confesó a Manena que tenía un plan muy especial. Pilar Ortega le había invitado a visitar otra de las zonas que inmortalizó el cofundador de la agencia Magnum: la Dordoña, una región maravillosa del sur de Francia que ha sabido conservar todo su patrimonio artístico y cultural. Iba a disfrutar de Sarlat, una ciudad de cuento literalmente. Y estaba emocionado.

Así que, tres días más tarde, Curro se encontraba en un coche conducido por Pilar Ortega, que le introdujo en este territorio de cuevas prehistóricas, castillos medievales y valles para fantasear:  “Es un territorio perfecto para que viajes en el tiempo, para que compruebes cómo eran los escenarios de la Edad Media, para que descubras que cinco o seis siglos no son nada…” le contaba animada Pilar mientras se acercaban a su destino. 

“Es un espacio ideal para soñar, para imaginar, para crear… Una joya que bien merece una parada en tu itinerario por el mundo. Para que te hagas una idea de su singularidad, te diré que, además de Cartier-Bresson, la Dordoña también mereció la atención de otro artista mítico: Robert Doisneau, el de la famosa fotografía de El beso.” Curro sonrió al descubrir cómo las casualidades existen y cómo el nombre de Henri Cartier-Bresson enlazaba la denominada Tierra de Dios con la Dordoña francesa.

Sarlat está en un territorio conocido como el Périgord Negro, a un paso de España, por cierto. Por eso Curro tuvo que tomar un avión desde India hasta Burdeos. Allí le esperaba Pilar. Ambos emprendieron ruta en su coche en dirección a Sarlat-la-Canéda. Fueron casi tres horas de camino, así que Pilar le propuso hacer una parada técnica en Périgueux, una ciudad de ensueño que hace unos meses celebró el centenario de una de las fiestas más antiguas de Francia: la Félibrée o Felibrejada, una celebración que reivindica, cada año, la cultura occitana en la Dordoña francesa. Todo un derroche de color al servicio de la Historia.

Cuando llegaron a Sarlat, Curro se quedó de piedra. Y nunca mejor dicho. Es tanto su patrimonio cultural y artístico que, según dicen, es la primera localidad de Europa por el número de edificios protegidos por metro cuadrado. “Vas a descubrir que, a pesar de esto, la ciudad no ha dado la espalda a la modernidad”, le dijo Pilar. “¿Una prueba? Vamos a ir hasta el campanario de la antigua iglesia parroquial de Santa María, que data del siglo XIV, y podrás encontrar un ascensor de cristal diseñado por Jean Nouvel, uno de los arquitectos más vanguardistas de Francia.”

Curro vio con sus propios ojos cómo Sarlat ha sabido conservar, y muy bien, todo su legado histórico y patrimonial, que está diseminado entre sus laberínticas y estrechas callejuelas, en sus pasajes abovedados, en su catedral y en sus palacetes y mansiones. Ésta es una de las razones por las que la ciudad ha servido de escenario a centenares de películas históricas. ”Cartouche” (Henri Helman, 2009), “D’Artagnan” (Peter Hyams, 2001) o “Juana de Arco” (Luc Besson, 1998)… todos estos filmes, y muchos más, se han rodado en Sarlat.

El casco antiguo de Sarlat tiene más de 250 edificios históricos, casi todos construidos en piedra caliza de color amarillo y con los característicos tejados oscuros. Son casas que están habitadas por familias de la localidad, así que no es sólo un decorado o un museo, sino una ciudad viva, si bien es cierto que sigue inspirando a muchos artistas que vienen hasta aquí a instalar sus talleres. Además, el centro histórico es prácticamente peatonal, por lo que pasear es un ejercicio muy agradable. 

“Aquí está el paraíso de los franceses”. Esta frase la escribió Henry Miller después de visitar esta villa y recorrer, como hicieron Pilar y Curro, su gran Plaza de la Libertad, un mercado tradicional ubicado en el interior de la seis veces centenaria Iglesia de Santa María, la plaza de los Tres Gansos,  que está enmarcada por la Manoir de Gisson (siglo XIII), el Hotel de Vassal o la Fuente de Santa María, que está situada bajo la bóveda de una cueva. 

Pilar disfrutaba haciendo de guía para Curro. “Lo que no te puedo asegurar”, le dijo, “es si Henry Miller visitó la Linterna de los Muertos, pero si no es así, se perdió una curiosa estructura de piedra cilíndrica que yo te voy a mostrar y que, según la leyenda, se construyó para guiar a las almas de los fallecidos, una arquitectura singular que tiene un techo cónico y que ha tenido varios usos: capilla ardiente, osario y almacén de pólvora”. 

Curro también comprobó que en Sarlat, como en España, la gastronomía es un arte popular y democrático. Ésta es la tierra del foie gras, de las trufas, de las setas, de las castañas, del cabécou (queso de cabra), de los confits, de las patatas “sarladaises” (rebozadas) y de los vinos. Así que pudo disfrutar de un buen vaso de vino y de todas estas delicias gastronómicas. “La cuenta va de mi parte” insistió Pilar, quien le animó a visitar el restaurante Le Présidial. “Es precioso y se come muy bien. Está ubicado en un edificio del siglo XVII que en su tiempo fue sede de la Justicia Real y que conserva una curiosa claraboya octogonal por encima del tejado. Con un poco de suerte, y si el tiempo acompaña, cenaremos en su deliciosa terraza”.

Después de disfrutar de todas estas maravillas, y como todavía tenían tiempo Curro aceptó la invitación de Pilar de acercarse a otros pueblos vecinos que tienen también un encanto extraordinario, como La Roque Gageac y su jardín exótico, o Beynac, considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia y cuyo castillo medieval domina todo el valle del Dordoña. 

El recorrido por esta región francesa resultó ser un verdadero lujo, un viaje en el tiempo, pero llegaba a su fin… Pilar se despidió de Curro con nostalgia, no sin antes desearle buena suerte y que siguiera disfrutando de su camino….

 

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