Un roadtrip solidario por Francia

Un roadtrip, sin dinero pero con mucha fe en la generosidad humana, fue la apuesta por la que optaron Hugo y Rémi, dos amigos con un coche. 

Durante la temporada estival de 2021, estos dos franceses decidieron irse solo con un coche, un colchón, un poco de agua, y con un límite de una semana ida y vuelta, desde Burdeos hasta Marsella.  

Día 1 – Mucha ruta y un poco de hambre

El primer día fue impresionante por los paisajes que encontraron los dos amigos. También les dio tiempo a reflexionar sobre el objetivo de este viaje: apoyarse sólo en la generosidad humana y la benevolencia de la gente

La ruta de este día fue la siguiente:

Visitaron el Castillo de Bellocq, la Gave de Pau, Nay, Lourdes y la basílica de la Vallée de Cauterets. Se alojaron en el hostal “Chez Louisette”, perdido en las nubes de Luz-Saint-Sauveur. Para comer preguntaron en un supermercado cercano por los productos que no se vendieron del día. Fue una dieta de verdura y fruta. 

Al día siguiente se despertaron frente a un paisaje mágico que solo se puede divisar en grandes altitudes.

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Luz-Saint-Sauveur, al lado de Chez Louisette

Día 2 – Itinerario por Los Pirineos

El itinerario del segundo día fue desde Luz-Saint-Sauveur, hasta Preixan, pasando por el Col du Tourmalet, el Col d’Aspin y Arreau, en Los Pirineos. Durante el día se detuvieron en un Biocop (una tienda de alimentación biológica) para pedir algunas cositas para comer, y los empleados les dieron galletas y melones. 

Hay momentos donde el Universo es generoso, y este fue el día. Se encontraron a un grupo de personas que organizaron visitas al pueblo con comida incluida. Tuvieron suerte y les ofrecieron comida que les había sobrado como bocadillos y queso, una comida completa muy bien recibida por los amigos. Esta noche Hugo y Rémi se detuvieron detrás de un camping en construcción para dormir y relajarse un poco.

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Col du Tourmalet

Día 3 – Un tercer día lleno de sorpresas

El tercer día fue muy diferente respecto al día anterior, en el que experimentaron una gran paz. Lo que los dos amigos habían tomado como una zona de construcción abandonada, no lo era y las máquinas de trabajo les despertaron al amanecer. Ese día pasaron por el lago de Villalbe, visitaron la ciudad de Carcasona donde hablaron y conocieron a la gente local. Esta jornada fue una de las mejores pruebas de amabilidad humana de todo el roadtrip. A mediodía, pasaron por la panadería Marie Blanchère y preguntaron por los productos que aún no se habían vendido. Los empleados les ofrecieron mucho más de lo esperado: recibieron pizzas, pan, brownies, chocolate, frutas… Un verdadero festín.

Con los riesgos del viaje, su destino final cambió. Hugo y Rémi se dieron cuenta de que no podrían llegar a Marsella  en una semana. Entonces decidieron ir a ver a un amigo en Montpellier aunque, como no pudieron contactar con él, tuvieron que improvisar. Terminaron el día en Sète, concretamente en Pointe Courte. 

Pointe Courte es un pequeño pueblo, donde conocieron a gente muy maja y generosa. Por ejemplo, un hombre portaba una pancarta que decía “Calle del aperitivo”, y él y sus amigos fueron muy amables con sus consejos y recomendaciones. Como agradecimiento, los dos amigos les dieron el mejor de los restos que tenían: frutas en buen estado. Conmovidos por este gesto los locales les ofrecieron unas bebidas y pasaron la noche hablando y contando sus historias de la juventud. Además, descubrieron la ciudad desde el punto de vista de los habitantes. Una verdadera mezcla de generaciones y horizontes.

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Pointe Courte

Día 4 – La Última Etapa

En su último día, tuvieron que abordar un gran desafío: recolectar el dinero suficiente para llenar el depósito de gasolina y poder volver a Burdeos.

Los dos amigos decidieron ir a una estación de servicio en Marseillan y pedir a la gente si tenían un poco de dinero, explicando su viaje y el objetivo. Pasada media hora, Hugo y Rémi habían recolectado entre 45€ y 55€, suficiente para hacer el camino de vuelta. Antes de irse se ducharon y se dieron un baño en el Mar Mediterráneo. Hicieron un stop en el Canal du Midi para disfrutar del paisaje donde sintieron la inmensa paz, libertad y gratitud tras el viaje. Después llegaron a Burdeos, con el sentimiento de que acababan de completar un viaje único y, sin duda, sorprendente.

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Canal du Midi

Lo que Hugo y Rémi aprendieron con esta escapada es que todavía se puede encontrar gente que cuida a su vecino, personas que son generosas, amables y dispuestas a ayudar a extranjeros. Conocieron a gente que no solo les dio los productos que no se habían vendido, sino también productos frescos. Los amigos intentaron devolver la ayuda poniéndoles comentarios muy positivos en Google Maps, un pequeño gesto que  decía mucho de su generosidad.  

Hay momentos donde lo material no es tan importante como estar en el presente aprovechando lo que el momento puede ofrecer.

La mejor manera de concluir este relato es con una frase de Hugo que resume perfectamente este viaje y su forma de pensar:

“En ese momento éramos los reyes del mundo, los reyes del petróleo. No teníamos nada, pero lo teníamos todo”.

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