Lanzarote: la isla de contrastes

Piscina exterior en Jameos del Agua

Lanzarote es más que sol y playa, es naturaleza y es arte, es paisaje volcánico. Esta isla tiene algo diferente al resto de destinos, y deja huella en todo aquel que la visita…

Tuve la suerte de adentrarme al mundo profesional en esta bellísima isla hace ya 4 años. Durante mi estancia recorrí este pequeño pero fascinante destino y no creía poder encontrar paisajes tan distintos entre sí en apenas 845 km2.

El contraste de sus playas

Sin duda alguna Lanzarote es conocida por sus playas, que acogen cada año a miles de turistas, pero lo que puede que no conozcas es el motivo por el que el color de su arena varía según la zona en la que te encuentres. A lo largo de los años, las erupciones volcánicas han ido transformando el paisaje, y con ello, las playas.

Tuve la suerte de poder visitar toda la isla alquilando un coche, imprescindible para moverte si no quieres preocuparte de horarios. Comencé mi recorrido por el norte de la isla visitando la Playa del Risco, en el Risco de Famara. Esta playa de arena clara es famosa por ser accesible únicamente en barco o realizando el Camino de los Gracioseros desde el Mirador de Yé. Aunque no es una ruta de gran dificultad, te recomiendo ir bien equipado y llevar unas buenas deportivas, esto te facilitará llegar sin sufrir ningún contratiempo.

Dejando a un lado este inolvidable recorrido, sin duda alguna la pieza clave del contraste entre norte y sur está en Los Caletones (Órzola). Este conjunto de pequeñas calas te dejará boquiabierto. ¿El motivo?, su arena blanca y aguas cristalinas. Nada más llegar al parking y ver el paisaje supe que estaba en el paraíso: la Playa del Caletón Blanco. A simple vista puede parecer una playa más, pero se considera una piscina natural por la tranquilidad de sus aguas y las propiedades curativas de su arena. Lo que más me sorprendió de este lugar fueron los pequeños muros de piedras volcánicas llamados “zocos”, cuya finalidad es cortar los fuertes vientos de Lanzarote.

Playa del Caletón Blanco (Órzola)

En el sur de Lanzarote encontramos Los Ajaches, declarado Parque de Interés Nacional desde 1987. Situado en el municipio de Yaiza, esta formación volcánica recoge la belleza paisajística más rica de todas las Islas Canarias. En esta zona verás playas de arena negra como Playa del Janubio o Playa Quemada. Esta última es considerada como una de las playas más tranquilas y menos transitadas de la zona.

Si buscas disfrutar de un baño o simplemente dar un paseo, esta es tu mejor opción. Por el contrario, a pocos kilómetros, en la Punta de Papagayo se sitúan las famosas Playas de Papagayo, cuyas arenas doradas y aguas cristalinas y de color turquesa te harán disfrutar de un día inolvidable en familia o con amigos. No obstante, dispones de numerosos senderos por los que hacer rutas y descubrir una bonita vista de Fuerteventura y la Isla de Lobos.

Playa del Janubio

Los paisajes más sorprendentes, desde sus miradores

Si estas playas te han sorprendido espera a descubrir la isla desde otra perspectiva y recorre los sorprendentes miradores del sur, en Yaiza.

El Mirador de las Salinas de Janubio, cercano a la playa con el mismo nombre, es una parada obligatoria. A simple vista puede parecer una explotación de sal más, pero es un punto de gran interés turístico por los distintos colores de los cocederos, separados por rocas volcánicas de la isla. Un poco más al norte se encuentran Los Hervideros, un mirador muy peculiar desde el que además de ver uno de los espectáculos naturales más sorprendentes, descubrirás el origen de su nombre gracias al choque de las olas sobre las cuevas volcánicas. Para disfrutar al completo del efecto y sonido que produce el mar, te recomiendo que para evitar aglomeraciones, vayas a primera o última hora del día.

Por último, tanto si te gusta el cine y quieres descubrir dónde se rodaron algunas de las películas más famosas, como si buscas un paisaje de otro planeta, el Mirador de El Golfo es tu lugar. En este pequeño pueblo costero se encuentra un pequeño lago verde, cuyo color es fruto de la acumulación de azufre del suelo volcánico y un alga que produce clorofila.

El Lago Verde desde el Mirador El Golfo

Arte con el legado de César Manrique 

Desde El Mirador del Río, situado en el norte de Famara, además de disfrutar de una impresionante panorámica de la Isla de la Graciosa, podrás observar una de las obras arquitectónicas más representativas de César Manrique. Cuando accedas a este mirador observarás la presencia del artista lanzaroteño con una escultura que representa todo el conjunto de Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote. Una vez en el interior del edificio, Manrique plasma con todo lujo de detalles la fusión entre arte y naturaleza: dos esculturas que desafían la gravedad situadas al lado de los enormes ventanales con forma de ojo.

Siguiendo con la ruta por el norte llegamos a los Jameos del Agua, la pieza estrella y más reconocida del artista. Se trata de un espacio único en el mundo que fue transformado a raíz de un derrumbe de techo volcánico. En este lugar donde priman los colores de Manrique (blanco, negro, azul y verde) descubrirás en su laguna una curiosa especie de cangrejos lanzaroteños en peligro de extinción.

De este espacio mágico nos trasladamos al último proyecto del artista en Lanzarote: el Jardín del Cactus. Esta creación me dejó sin palabras: más de 400 especies de cactus provenientes de los 5 continentes concentradas en un jardín botánico que homenajea el clima seco y respeta el suelo volcánico tan característico de la isla.

Jardín del Cactus

Antes de regresar a casa, no puedes perderte visitar uno de los recursos turísticos más importantes: el Parque Nacional del Timanfaya. El paisaje de las Montañas de Fuego despertará tus ganas de conocer el origen de las erupciones volcánicas. Una vez dentro del recinto, déjate sorprender con la Ruta de los Volcanes y el espectáculo que simula la erupción de un volcán. Para terminar la aventura, en el restaurante El Diablo, espacio también creado por César Manrique, podrás disfrutar de productos locales cocinados con el fuego que desprende la tierra.

Parque Nacional de Timanfaya

 

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