“Y siéntete feliz por haber visitado este paraíso, ya que los paraísos no existen si uno no está feliz.”  Eso había aprendido Manolo en un viaje a Kerala, “La Tierra de Dios” donde Manena esperaba impaciente la llegada de Curro.

Situada en el sudoeste de India, Kerala goza de una belleza espectacular y variada, a lo que hay que añadir su sabiduría curativa, siendo el centro de medicina tradicional india, Ayurveda.

Montañas de Té y bosques de Caucho.

Manena había reservado para quedar en Cochín, antigua capital de Kerala, para viajar juntos hacia las montañas de Thekkady donde observarían las plantaciones de caucho sangrando goma y las de té donde las mujeres cortan su preciada hoja. Detalles como los muchos minaretes cristalinos albergando a Cristo, la Virgen y San Jorge frente a un templo hindú y no lejos de una mezquita, hablan de una convivencia religiosa permisiva.  Casas dignas, un vivir tranquilo y la aparente falta de mendicidad muestran un gran nivel de desarrollo humano en el estado de alfabetización más alta del país con un considerable grado de escolaridad. 

Nuez moscada, Sándalo, Teca, Papaya, Cedro Rojo, Cerezo, Vainilla, Bambú o el aromático Ylang-Ylang, son algunos de los árboles y plantas  que se ven en los jardines y viveros de la zona. Los guías locales acompañan a los visitantes por las plantaciones de especias donde se puede comprar té, cardamomo, canela, anís, nuez moscada, curry y muchos más y deliciosos condimentos.

El paisaje único de las Backwaters.

A Kerala le afaman sus ensoñadoras backwaters. Y el lugar privilegiado para disfrutar de ellas es Coconut Lagoon Resort. Al navegar en la barcaza hacia el Resort situado en el centro de las backwaters, Curro y Manena llegaron a su recepción, en donde al son de la flauta les esperaba una comitiva. Ellos con túnicas blancas y ellas con saris preciosos, sonrisas, flores y manos que se ofrecen para desembarcar. De camino a las habitaciones se fijaron en el lago donde un hombre remaba entre los nenúfares al lado de los Kettuvallam (barcos- casa) que surcan lentamente las aguas del Vembanad. Puentes de madera cruzan los muchos canales de la propiedad. Entre la vegetación tropical se adivinan las casonas de Coconut Lagoon rescatadas de las antiguas Tharavad,  viejas mansiones de timber habitadas antaño por la nobleza que, desmanteladas para el transporte, las restauraron los hábiles artesanos locales, para hacerle sentir al huésped lo que era vivir en una auténtica heredad. En sus restaurantes, tanto en Aymanam como en Ettukettu, Curro probó por primera vez los auténticos y centenarios sabores de la cocina keralita, como el Karimeen, legendario pez de las backwaters cocinado con arte y cariño. 

El legendario Mar de Arabia.

El Mar de Arabia no se queda atrás y es otra de las maravillas de Kerala, donde Curro disfrutó en la Playa de Marari, según su amiga y guía una de las más bellas de la costa de  Malabar, de las barcas que vuelven de la pesca y al mando del Capitán y al son de un monótono salmo, suben el bote a la playa ayudados por el resto de marineros que ya han atracado,  y descargan su botín, mientras a la sombra de los cocoteros, o escondidos en una tienda improvisada, sus colegas reparan las redes para la siguiente jornada y las mujeres les miran, a lo lejos, esperando su regreso al hogar. 

Manena había preparado todo para que Curro descubriera lo mejor de Kerala a través CGH Earth que cuenta con resorts por todo el país y con la acreditación NABH (National Accreditation Board of Hospitals and Healthcare Providers), ofreciendo tratamientos basados en el auténtico sistema tradicional de curación de la India, prescribiendo una forma de enfocar la vida que se adentra en lo más profundo a base de observación y reflexión. “Con CGH vas a experimentar la Medicina Ayurvédica.” le explicó Manena a un escéptico Curro, “Vivir con salud es vivir con totalidad, sería en muy pocas palabras la esencia del Ayurveda, ayur (vida) veda (conocimiento) que abarca aspectos físicos, emocionales y espirituales del ser humano”.

Cada una de las instalaciones de CGH Earth a los que visitó Curro tenían como protagonista al centro de Ayurveda, donde entre cálidas maderas, plantas, hierbas y especias se elaboran los ungüentos que, tras la sabia opinión del doctor, se aplicaron al cansado cuerpo de Curro  a dos manos, cuatro, o incluso con los pies. Totalmente relajado Curro empezó a ojear la estantería en recepción donde los viajeros de todos los rincones del mundo intercambiaban sus libros.

Uno de los libros le llamó la atención por la hermosa fotografía en blanco y negro de su portada “Henri Cartier-Bresson in India”.  

 

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