Una buena idea. Parte I.

Una buena idea. Parte I.

 

Siempre nos quedará París, decía Rick en su legendaria despedida de Ilsa. A ellos les quedaría la capital francesa y a ésta, en todo su esplendor, la promoción turística que le hacía una película que, en su rodaje, no había salido del oeste de Estados Unidos. Y, obviamente, ni había tocado la verdadera Casablanca. Si a estos amantes no les hizo falta poner un pie en la ciudad del amor para evocar todo su encanto y fijarlo en la mente de tantos y tantos cinéfilos, décadas después, a Nueva Zelanda le vino muy bien que, sin ser mencionada en la trilogía, El Señor de los Anillos hiciese de sus paisajes una moderna Tierra Media y publicitase las localizaciones de rodaje en todo su material de prensa. Tan bien le vino que el número de turistas americanos al país oceánico aumentó en un 30%.

Al fin y al cabo, en una sala a oscuras lo que queremos es dejar la realidad ahí fuera y, una vez el final y los créditos nos fuerzan a confrontarla, lo que nos gustaría es revivir la fantasía que tanto nos ha conquistado yendo al lugar donde hemos sido felices.

El turismo cinematográfico mueve 40 millones de viajeros internacionales cada año. En el libro Tourism Promotion and Power: Creating Images, Creating Identities, sus autores, Nigel Morgan y Annette Pritchard, consideran que “colocar” un destino en una película es el product placement definitivo. Tras su inclusión, y si la película tiene un éxito mediano, los viajeros inician la peregrinación hacia ella y aumentan su potencial, ya sea el pueblo toscano de Volterra, en el que la familia de vampiros más poderosa de Crepúsculo tenía su hogar, o los barros de Formentera, en los que la protagonista de Lucía y el sexo se bañaba desnuda y que se volvieron inmensamente populares tras su aparición en la gran pantalla.

De hecho, la existencia de las oficinas de turismo como partes activas en la industria es reciente pero ya muy importante en todas las etapas de una producción. Las film commissions, creadas en diferentes zonas y áreas del mundo, son organismos especialmente dedicados a promocionar lugares para rodajes en sus territorios. Inicialmente dependían de sectores culturales o audiovisuales, pero últimamente, especialmente en nuestro país, muchas nacen por iniciativa de departamentos turísticos.

La elección de algunos de sus destinos como localización de películas o series no solo genera beneficios inmediatos en la economía de la zona (uso de espacios, hostelería, cáterin, extras, transporte, servicios audiovisuales e industriales, etc.), sino que también promociona sus paisajes, sus gentes y sus costumbres y provee ganancias a largo plazo. Ése es uno de los aspectos más interesantes del turismo cinematográfico. Que dura en el tiempo. Un filme puede seguir atrayendo a visitantes año tras año, sin importar su fecha de estreno. Igualmente, este tipo de viajeros son beneficiosos para evitar la estacionalidad, ya que las localizaciones de una película normalmente pueden visitarse en cualquier momento del año, y suelen tener un nivel cultural alto y un elevado poder adquisitivo, lo que les hace quedarse más tiempo y gastar más dinero. Y si no, que se lo pregunten a Kenia y sus Memorias de África, que cumple 30 años tan llamativa como siempre.

Por Claudia Lorenzo

@Mariclo1985

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