George Town, capital del arte urbano de Malasia.

 

Mientras despegaba el avión Curro se colocó el krama que le había regalado Jose Luis, un pañuelo de seda símbolo del corazón y coraje del pueblo camboyano; y comenzó a hojear su guía de Malasia, donde le esperaba su buen amigo Christian.

Apenas un par de horas después, Christian dió la bienvenida a Curro, que acababa de aterrizar en el aeropuerto de Penang: “¡Hola Curro! Selamat Datang!. Bienvenido a uno de los lugares más fascinantes de Asia.”

Ambos se pusieron rápidamente al día y Curró le contó todo sobre su reciente viaje a Camboya en el taxi que los llevaba del aeropuerto a la ciudad. “¡Ankgor Wat es una de las maravillas del mundo moderno, diga lo que diga un ranking!” – afirmó Christian con mucho énfasis- “No me extraña que te hayas enamorado de Camboya, Curro. Es un país precioso y sus gentes son maravillosas”. El conductor aprovechaba los escasos silencios para explicar a sus clientes algunos datos interesantes de ese lugar tan especial. Iban camino de George Town, la capital y enclave principal de la isla de Penang en Malasia. 

Una isla que, según les explicó el taxista, está unida al continente por dos modernas carreteras que permiten llegar también desde Kuala Lumpur y otros puntos de Malasia por tierra. Durante la época colonial fue un punto estratégico muy importante en las vías comerciales que se abrieron entre Asia y Europa. Formó parte del Imperio Inglés desde 1876 hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando cayó en manos del Imperio Japonés y sufrió unos años de duro sometimiento. 

Con la finalización de la guerra se unió a la nueva federación malaya, que se convertiría años después en un estado independiente. Un país muy joven formado por una amplia mezcla de territorios y sentimientos. Y dentro de esa amalgama se podría decir que Penang es el hijo díscolo de Malasia. Ese retoño, un tanto rebelde, que va por libre y sigue sus propias normas. Pero al que quieres por ese mismo motivo. 

“Deja la maleta en el apartamento y coge la cámara de fotos. Nos vamos de ruta para disfrutar el arte urbano de la ciudad. El pañuelo que te regaló David tampoco te hará falta”. Christian apremiaba a Curro porque había salido el sol y, aunque ya había pasado la época fuerte de lluvias, podría volver a diluviar en cualquier momento. “Puede que no hayas oído hablar de nunca de George Town, pero seguro que, al menos una vez, te has cruzado en Instagram con alguna de sus famosos murales”, exclamó Christian.

La ciudad se ha convertido en los últimos años en un lugar de obligada visita para artistas y amantes del Street Art. “Hay dos maneras de encontrar el arte urbano. Podemos hacer una ruta para ver todas las obras en orden o podemos simplemente caminar por la ciudad y dejar que nos sorprendan a nuestro paso. ¿Cuál prefieres Curro?” La pregunta sobraba. Después de haber seguido sus aventuras por medio mundo, Christian sabía perfectamente la respuesta. Una mirada de Curro fue suficiente para confirmar su sospecha y ambos comenzaron un paseo sin rumbo fijo ni destino por el centro de la ciudad. 

El fenómeno del arte urbano en George Town es en realidad muy reciente. Con motivo del festival anual de 2012 se invitó a una serie de artistas a realizar obras en la calle y uno de ellos fue Ernest Zacharevic. El artista lituano sembró por el centro de la ciudad un conjunto de obras que mezclaban pinturas murales con elementos reales como una motocicleta o un columpio y que pronto se convirtieron en lugares de peregrinaje. “Mi favorita es la de los niños en la bicicleta. Es imposible que te vayas de aquí sin hacerte alguna foto, pero tendrás que esperar tu turno porque mira cuánta gente hay esperando”. Efectivamente, grupos de turistas esperan pacientemente para hacerse fotos en cada una de las obras de Zacharevic pero el arte urbano en George Town es mucho más que la obra de este genial artista. En los últimos años se ha producido una auténtica explosión creativa y constantemente aparecen nuevos murales y grafitis que te irás encontrando prácticamente en cada esquina. 

“Si quieres acercarte a las últimas tendencias artísticas te recomiendo salir un poco de la ruta habitual y acercarte por ejemplo al Art Lane Penang. Es un pasadizo cerrado entre dos edificios que encontrarás lleno de pinturas, esculturas y murales muy interesantes. Y, si tenemos tiempo – añadió Christian- el domingo te enseñaré el mercadillo que se monta cada fin de semana en Hin Bus Depot. Un lugar de lo más hipster con artesanías locales, productos de segunda mano o puestos de alimentación”

Mientras ambos caminaban por la ciudad, esquivando motocicletas, y disfrutaban del sorprendente street art, era inevitable no pararse cada pocos metros para fotografiar y admirar la fabulosa arquitectura del centro de George Town. Considerado Patrimonio de la Humanidad en 2008, sobresale por sus decadentes fachadas de estilo colonial que se intercalan con los impresionantes templos de las diferentes religiones y comunidades que se reúnen en esta ciudad. Y es que esa mezcla de religiones, que se ha ido produciendo en la ciudad en los dos últimos siglos, es otra realidad que identifica y da identidad propia a George Town. Musulmanes, budistas, hinduistas o católicos conviven en una aparente armonía, mandando así un claro mensaje de concordia al resto del mundo. 

Entre los templos descubrirían también sus impresionantes mansiones del Siglo XIX. Curro y Christian se detuvieron a visitar el Museo Pinang Peranakan que es, junto a la de Cheong Fatt Tze, la mansión más bonita de la ciudad. Se trata de un edificio construido a finales del Siglo XIX, perfectamente conservado, que refleja cómo vivía una rica familia de comerciantes chinos en aquella época. El interior del edificio es, por sí mismo, muy atractivo con su impresionante escalera central y sus patios interiores. Pero resulta muy recomendable visitar también las diferentes exposiciones que encontraremos a lo largo del edificio y que nos muestran algunas curiosidades como los vestidos típicos de la época, fotografías antiguas de la familia o una introducción a algunas de las tradiciones de las comunidades chinas. Muchas de las cuales siguen realizándose todavía hoy en día. 

“Espero que te haya entrado hambre después de tanto caminar. ¿Sabías que Penang ha sido elegido varias veces como el mejor destino foodie del mundo?”, preguntó Christian. Pocos lugares en el mundo ofrecen la fusión de sabores que se encuentra en esta ciudad. Curro y Christian comenzaron su recorrido por varios puestos callejeros de comida y alguno de sus animados restaurantes. Sí que tenían hambre, sí. Resultaba difícil parar de comer cuando todo estaba tan sabroso. La fusión de la gastronomía china con la hindú alcanza en George Town su máxima expresión. Platos típicos como el Laksa o los Apom Telur, las samosas de Little India, el cerdo crujiente de los restaurantes de origen chino … Es muy difícil equivocarse con tu elección culinaria. “No te preocupes Curro, a la comida te invito yo.” – se ofreció Christian. No dejaba de ser un acto de dudosa generosidad. Comer en Penang es realmente barato.  

El tiempo pasó rápido en George Town entre comida y comida. En los siguientes días, Curro y Christian siguieron disfrutando de una ciudad donde no dejan de pasar cosas. Festivales hindúes, conciertos en la calle, desfiles de dragones chinos, mercadillos, exposiciones, fiestas gastronómicas … Y tampoco se olvidaron de visitar algunos lugares recomendables en los alrededores como el Parque Nacional, el templo de Kek Lok Si o algunas playas como la animada Batu Ferringhi o, la más aislada, Pantai Keracut. A la que llegaron tras una bonita (y calurosa) ruta a través de la jungla. 

“Es una pena que te tengas que ir ya Curro. George Town es un lugar que se aprecia mucho más cuando puedes quedarte una temporada y te vas empapando de la mezcla de culturas y de esta atmósfera tan especial. Pero en Corea te lo vas a pasar genial también.”

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